Hoy se derriba el último bastión de resistencia del antiguo Barrio Chino, el Bar el Sol, que según las referencias de los vecinos ya existía en 1938 pero con funciones de carnicería, y que en los últimos años se convirtió en lugar de reunión de mujeres y hombres. Las connotaciones negativas del Barrio a mi entender se deben sobre todo a los acontecimientos de las últimas décadas, las calles del barrio quizá como consecuencia de los años de postguerra se convierten en el lugar preferido de gentes que se dedicaban a todo tipo de actividades legales o ilegales, pero lícitas al fin y al cabo cuando se trataba de salir de la miseria provocada tras la Guerra Civil. En esos años el barrio se convierte en el centro de la prostitución salmantina, y, años después en la última parte del siglo, en una zona a caballo entre la heroína y el alcohol.
Recuerdo, no hace demasiados años, cuando desde los cristales de los servicios de la facultad observábamos la escena, siempre protegidos por la tranquilidad que da la lejanía, un chaval no mucho mayor que nosotros, enganchado a la goma y la cucharilla. Recuerdo también el final del Casablanca, otro de los míticos prostíbulos de la ciudad, con sus paredes blancas, sus ventanas y puerta pintadas de azul, y su demolición tan carismática como la de hoy del Bar Sol.
Mis últimos recuerdos del Barrio Chino son las polémicas y rifirrafes entre policía y prostitutas durante la Cumbre Hispanoamericana de octubre de 2005. Ante la llegada de “tan selecto” grupo de personajes la policía pedía o requería a las prostitutas de la zona, que se quedaran en el local en el que se ubicaban normalmente, para que no se las viesen demasiado por el lugar, ya que la cercanía con el Palacio de Congresos podía repercutir en la mala imagen de la ciudad.
Hoy, la Calle Cervantes, la Vaguada de la Palma, la Calle Sierpes, la cuesta de San Blas, el final de la Calle Ancha, se convierten gracias a la especulación urbanística en barrio de lujo para familias acomodadas. Un barrio limpio y adecuado a una ciudad del siglo XXI que sin embargo se dejó por el camino la solera, el mito y la nostalgia del centro antiguo de la vida salmantina.